


Ningún ciudadano que se precie de ser considerado como tal puede permitirse el lujo de prescindir de los servicios de una compañía que le garantice abastecimiento de telefonía, Internet y un número de programas de televisión considerable cuyos paquetes a elegir incluyan cadenas de Rumanía, Ucrania, Polonia y Alemania (por cierto, más inteligibles que los mantenidos por el gobierno patrio en aras de su promoción en boca de los voceros de turno, léase 59 segundos y derivados; ¿por qué en este país borbónico nadie sabe preguntar, aclarar, especificar e informar sin ofender, vituperar, mancillar e insultar al adversario o asalariado de una fuerza contraria?, queda medianamente claro que quizá se deba a la tarifa a cobrar según convenio estatal).
Sabias lectoras de las necesidades del grueso de habitantes, las compañías poseedoras de esta bicoca incrementan precios y rebajan rendimientos con la absoluta certeza de que sus afiliados tragarán por la escasa oferta de la demanda existente en el sector y por la nula capacidad de protesta de un pueblo, el español, que además conoce la inutilidad de los organismos en principio creados para defender abusos de las todopoderosas multinacionales.

A la vez, un grupo de anodinos representantes de un sistema basado en la rapiña hablan de megas, llamadas gratis, televisión a la carta y demás ofrendas que luego se traducen en un incremento de recibo no acorde a lo prometido
Si añadimos la necesidad de decirle al vecino que en casa se posee toda clase de avances tecnológicos, el negocio de los filibusteros en esta piel de toro es como un mercado en el cual el vendedor regatea al alza mientras el comprador escucha y calla bajo la amenaza, además, de una somanta de palos de indudable trascendencia en el barrio (¿Quiere decirse que fulanito no tenía dinero para pagar el yate ni las seis casas del dueño de una empresa necesaria para suministrar red audiovisual pese a los continuos cortes y deficiencias técnicas que un inmigrante contratado a sueldo base no sabe aclarar? Pues es un pringado de mucho cuidado).
La solución se halla en cargar contra la incompetencia del ser humano sentado al otro lado del teléfono. ¡Todos al unísono a bendecir la buena voluntad de quien traslada hasta nuestros hogares, con nombres y apellidos y fotos al lado del Presidente del Gobierno o cualquiera de sus adláteres, lujos propios de los ‘americanos’!
Lo fácil es decir que la culpa, en realidad, pertenece al ‘pobre’, ‘analfabeto’ e ‘insoportable’ ‘aborigen’ que aguanta el menosprecio de un poblador medio ajeno a la situación laboral de éste; por lo común sin derecho a tiempo libre, cronometrado al segundo en su espacio de fumar un cigarrillo que puede matar y debe consumir a las afueras de la sede en la que el gran rey tiene un cenicero desbordante y objeto de amenazas, asimismo, acerca de un rendimiento nunca acorde a las exigencias de ese explotador amargado en su intento de pagar prostitutas cada vez de más alta alcurnia.
Teléfono de atención al cliente… ¿para qué?, a no ser para comprobar que un esforzado siervo del gerifalte analfabeto tiene que desviar el tema de protesta hacia negocios afines a la mafia que le humilla. Mientras a pagar, no protestar y tener en el hogar algo tan avanzado como los americanos del norte. A la vez, un grupo de anodinos representantes de un sistema basado en la rapiña hablan de megas, llamadas gratis, televisión a la carta y demás ofrendas que luego se traducen en un incremento de recibo no acorde a lo prometido. Como sólo saben robar, peroran acerca de términos que nunca habían oído pero saben propicios al desfalco del bolsillo general.
Algún día, por desgracia muy lejos en el calendario, estos miserables que pagan anuncios en televisión reflejando un interés altruista próximo a las ONG’s, recibirán el castigo de un gobierno puesto por los votantes, no por los medios pagados al respecto.
Señores de Telefónica, Ono y compañías émulas, ¿para cuándo el final de una engañifa que no acierta a descubrir símiles en el resto de países civilizados? ¿No son ya suficientemente ricos para, al menos, observar un mínimo de compasión a la hora de cargarnos ADSL’s no solicitados, películas no contratadas y kits inventados?

Nos quieren tontos, pero no gordos | 29-08-2008
Cuestión de pelotas | 18-07-2008
El fabuloso mundo del circo mediático | 4-07-2008
La hoguera de las vanidades | 20-06-2008
El refugio de los ignorantes | 6-06-2008
No es país para currantes | 30-05-2008
