


España necesita tiempo. Lo necesita la economía real. Lo necesita pero nadie lo pide. La economía real está sin entrenador. Nadie, en su nombre, pide tiempo. No tenemos ministro de economía, ni líder empresarial, académico o político que pida tiempo. La economía española no tiene quien la entrene. Voces aisladas, desde distintos foros, voces trémulas, con un hilito de voz, piden tiempo. Y tiempo, el que tanto se necesita, es el que nadie obtiene. Se han invertido todos los papeles. Se ha corrido la voz de que si salvamos económicamente el Estado y el Sistema Financiero salvamos la economía real. El Estado y el sistema financiero compiten contra la economía real por el escaso dinero existente. Y la economía real está siendo derrotada. ¿Cómo es posible tal milagrera? Siempre ha sido al revés y seguirá siendo de aquí en adelante. Si se salva la economía real, se salvará el sistema financiero y se salvarán las administraciones públicas. Invertir el orden es invitar al tumulto. La economía real es la madre del cordero, es la hacedora del Estado, la que lo sufraga, y es la hacedora del sistema financiero, la que lo alimenta.
La economía real necesita tiempo y nadie pide tiempo. Tiempo fiscal, tiempo financiero y tiempo estructural. Está en juego algo más que el PIB. Además de poca productividad y de crecimiento negativo, recesión, estamos en un proceso de fuerte destrucción y de profundas transformaciones industriales y tecnológicas. Se necesita imaginación, mejores pronósticos y soluciones. Sí, soluciones. Las recetas al uso no están funcionando y no funcionarán. No estamos en una crisis cíclica con componentes de destrucción creativa, estamos en una crisis básicamente destructiva. Las cuadernas del modelo de Estado del Bienestar chirrían. Necesitamos un nuevo modelo de garantías civiles, políticas y sociales más estable, robusto y, atención, menos dependiente de la política y de las adversidades financieras.
Necesitamos tiempo para recapitular y poner en valor la economía real, la que no vale, la que nadie paga un ochavo por ella, pero que forma el grueso de nuestro Producto Interior Bruto. Les hablo de las microempresas, pequeñas y medianas empresas. Necesitamos parar, hacer un alto y revisar todos nuestros sistemas de valoración. Somos más ricos de lo que imaginamos pero nuestra obstinación, nuestros dramáticos errores, los que hemos cometido y seguimos cometiendo, en nada nos ayudan.
antonio.yuste@peatom.info