


Nueva luz. Las bombillas tradicionales pasaron definitivamente desde este 1° de septiembre a formar parte de décadas de “derroche energético”. Tras el decreto formal de la Comisión Europea, unas 4.000 millones de bombillas saldrán paso a paso del mercado hasta 2012 y finalmente, de todos los hogares y oficinas de los 27 Estados miembro de la Unión. El futuro luminoso correrá a cargo de las bombillas de bajo consumo. “Ésta ahorra el 25 por ciento de energía y ésta el 50 por ciento”, dijo al respecto el portavoz del comisario europeo de Energía, Andris Piebalgs, mientras levantaba dos bombillas fluorescentes. Y después agregó, al sacar una bombilla halógena compacta de bajo consumo. “Y ésta incluso el 75 por ciento”.
En uso desde el siglo XIX, las bombillas tradicionales se están eliminando gradualmente para fomentar el uso de energía más eficiente proveniente de bombillas fluorescentes de bajo consumo, que utilizan hasta un 80% menos de electricidad. Las tradicionales gastan la mayor parte de su energía dando calor en lugar de luz. Y las de nueva generación llamadas “fluo-compactas” o de bajo consumo son más caras, pero tienen una vida útil más larga.
Las tradicionales gastan la mayor parte de su energía dando calor en lugar de luz. Y las de nueva generación llamadas “fluo-compactas” o de bajo consumo invierten la ecuación, consumiendo menos energía
Las bombillas tradicionales de 100 vatios ya han sido retiradas del mercado. Es sólo el principio del fin de las bombillas incandescentes. Bruselas pretende hacer desaparecer también las de 75, 60, 40 y 25 vatios en los próximos tres años. Serán sustituidas por las de bajo consumo. La directora de la Oficina Europea de las Asociaciones de Consumidores explica sus ventajas: “Las bombillas de nueva generación consumen menos energía, por lo que se reduce el impacto medioambiental. Además se compran menos porque duran más, con lo que se ahorra casi un 80% en la factura eléctrica con las nuevas bombillas”.
Pero no todos los europeos las miran con buenos ojos. Aunque algunos piensan que era el momento de cambiarlas, otros aún se aferran a las tradicionales. “Ya era hora para cambiar esta vieja tecnología”, dice un hombre. “No me gusta, no me gusta la luz blanca y fría que da en el salón”, dice otro. “Mi mujer está desesperada porque no encuentra bombillas con las que ajustar la pantalla de la lámpara” se queja un ciudadano.
Aunque han sido retiradas de la circulación todavía se encontrarán en los comercios, que pueden vender las que aún tengan en sus almacenes hasta agotar existencias. Su desaparición podría llevar meses. “Desde el uno de septiembre no podemos importar ni producir más bombillas antiguas, pero podemos vender las que aún tenemos en los almacenes”, dice un comerciante.
Aunque los críticos presagian un futuro oscuro para el Medio Ambiente y para la salud, el Ejecutivo europeo minimiza posibles riesgos. Según la Comisión, varios expertos han estudiado los posibles efectos negativos de la irradiación de las bombillas alternativas y “no han encontrado ningún indicio de problemas para la salud si se mantiene una distancia de al menos 30 centímetros”. Y tampoco el mercurio contenido en las bombillas halógenas representa un peligro real, asegura el portavoz Ferran Tarradellas.
:: ¿Dictadura ecológica?
En pie queda sólo el reproche de una “dictadura ecológica” por parte de Bruselas. Algunos parlamentarios europeos pidieron la libertad de elegir bombilla para todos los ciudadanos comunitarios, aunque la comisión de medio ambiente del Parlamento ya había aprobado el programa de ahorro con una gran mayoría el pasado febrero. Además, los consumidores siempre pueden elegir entre tubos fluorescentes y bombillas halógenas compactas. Aunque los tubos fluorescentes no son tan económicos en su consumo de energía como las pequeñas bombillas halógenas, su luz es mucho más agradable. En cuanto a la calidad de la luz irradiada, los fluorescentes son “totalmente equiparables” a las bombillas convencionales, sostiene la Comisión. Y su duración, más larga que la habitual en las antiguas bombillas. A pesar del precio más elevado de las nuevas luminarias el ahorro energético es considerable.
:: Ahorro para pequeños y grandes bolsillos
“La compra de una bombilla de bajo consumo es una ganancia desde cualquier punto de vista”, destacó Tarradellas. Según los cálculos de Bruselas, un hogar europeo promedio pagará entre 25 y 50 euros menos de electricidad al mes si reemplaza todas las bombillas antiguas por las compactas. Por lo demás, la Comisión siempre acaba recibiendo críticas, dijo por último el portavoz, en tono de queja. “Para algunos, nuestras propuestas no son suficientes, mientras que para otros no van lo suficientemente lejos”.
Como fuera, el final de las bombillas clásicas ya no se podrá detener, a no ser que alguien boicotee la impresión del boletín oficial europeo en el que se tiene que dar a conocer la decisión. Para el futuro, se prevén ya medidas contra los frigoríficos y los televisores que devoran energía.
