


Italia. El índice de popularidad del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, se ha disparado siete puntos y vuelve a superar cómodamente el 50% de aprobación tras ser objeto de una agresión el pasado 13 de diciembre por la que tuvo que ser hospitalizado con heridas faciales. “Seguiré adelante por el bien del país”, proclamó este domingo Berlusconi ante sus seguidores en la plaza Bra en Verona. “Las expresiones de solidaridad conmigo me impulsan a seguir adelante y a apoyar nuestro compromiso con el bien del país. Me siento conmovido”, aseguró en declaraciones recogidas por el diario italiano ‘Corriere della Sera’.
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Berlusconi recibe un apoyo especial por parte de los jóvenes, los católicos practicantes y, sobre todo y sorprendentemente, los votantes de centro-izquierda. Italia con la agresión a Berlusconi ha redescubierto la sangre que creía haber dejado atrás. Italia fue masacrada por una ola de violencia terminal en la década de los setenta patrocinada por las Brigadas Rojas y Negras. En aquellas fechas la guerra fria se hizo caliente, especialmente caliente, en el país transalpino. En el centro del mundo occidental se desarrolló una cruel estrategia terrorista que se cobró la vida de muchos inocentes. La agresión a Berlusconi pone sobre el tapete la capacidad de los italianos para la violencia extrema. Su forma de hablar y comportarse, radicalmente opuesta al discurso políticamente correcto y de tanto pedrigrí entre el progresismo progresado, pero en declive y en desuso, desata las iras de sus detractores. La naturalidad con la que Berlusconi vapulea el imaginario popular del progresismo progresado, excita una extraordinaria aversión, violenta, en dicho núcleo social acostumbrado a estar en misa y replicando, a ser propietario exclusivo del santo y de la seña.
Berlusconi, de 73 años, fue asaltado hace exactamente siete días en Milán por un individuo sometido a tratamiento psiquiátrico que le rompió varios dientes y la nariz con una reproducción en miniatura de la catedral de Milán, un acto que muchos italianos asociaron con el tenso clima político que se respira en Italia. Antes de recibir el golpe, el índice de popularidad de Berlusconi se situaba en el 48,6 por ciento. La nueva encuesta de opinión, realizado por ISPO y publicada en el ‘Corriere Della Sera’, eleva su percepción pública al 55,9 por ciento, y recibe un apoyo especial por parte de los jóvenes, los católicos practicantes y, sobre todo y sorprendentemente, los votantes de centro-izquierda.
Los expertos atribuyen este ascenso entre la opinión de la oposición por la consternación general ante la agresión, que ha recordado el clima de violencia política que se registró durante las décadas de los años 70 y 80 en el país transalpino.
:: El agresor pidió perdón
El agresor del primer ministro italiano, Silvio Berlusconi, pidió perdón a ‘Il Cavaliere’ por la “cobarde” acción de lanzarle una réplica de la catedral de Milán tras un mitin político. El único detenido por esta agresión, Massimo Tartaglia, de 42 años y bajo tratamiento psiquiátrico desde hace diez años, pidió disculpas por un acto que considera “superficial, cobarde y temerario”, tal y como transmitieron sus abogados Daniela Insalaco y Gian Marco Rubino. Asimismo, Tartaglia alegó que actúo “sólo” y afirmó que no es “el asesino de nadie”. Los abogados aclararon que su cliente no milita ni tiene afiliación política con algún partido en concreto. Sin embargo, ante las autoridades Tartaglia habría confesado que agredió a Berlusconi por el “odio” que siente hacia su política y por las palabras pronunciadas durante su último discurso.
