


Trastornos de conducta. Los trastornos mentales son la principal causa de discapacidad en el mundo. La comunidad científica calcula que más de cinco millones de personas en España sufrirán alguno de estos trastornos a lo largo de su vida. Sin embargo, es ahora cuando la investigación empieza a despuntar con los jóvenes científicos que se han reunido esta semana en el XIII Congreso Nacional de Psiquiatría y quieren desentrañar la maraña del cerebro.
Durante el XIII Congreso Nacional de Psiquiatría, un grupo de investigadores ha presentado los últimos avances en genética, neuroimagen y biología molecular conseguidos dentro de la actividad del Centro de Investigación Biomédica en Red en el área de Salud Mental (CIBERSAM). Son jóvenes y optimistas con el futuro de la investigación en este ámbito. “A pesar de la complejidad de las enfermedades psiquiátricas, el avance de la técnica y la colaboración entre los científicos básicos y los clínicos van a permitir colocar más piezas del puzzle”, confiesa Jesús Pascual, investigador CIBERSAM del Instituto de Biomedicina y Biotecnología de Cantabria.
“A pesar de la complejidad de las enfermedades psiquiátricas, el avance de la técnica y la colaboración entre los científicos básicos y los clínicos van a permitir colocar más piezas del puzzle”
Los datos son alentadores, a pesar de la diversidad genética y neuronal de las enfermedades mentales. “En la actualidad, los proyectos coordinados y multicéntricos, nacionales e internacionales ofrecen la oportunidad de realizar trabajos colaborativos que permiten acceder a una mayor población y extraer resultados más fiables”, comenta Sonia Ruiz de Azúa Garcia, psicóloga en el Hospital Santiago Apóstol del País Vasco, un centro del CIBERSAM que dirige Ana González-Pinto.
Pero, ¿hacia dónde se dirige la psiquiatría? Cada vez hay más estudios genéticos y bioquímicos que intentan encontrar relaciones entre los diagnósticos, la sintomatología del paciente y sus disfunciones cognitivas. La accesibilidad a las imágenes cerebrales también ofrece hipótesis nuevas sobre el estado cerebral y las áreas de activación de posibles disfunciones. Aunque ahora el punto de mira está en la investigación, las críticas aparecen cuando se sugiere el estancamiento de los tratamientos. “Es cierto, a los científicos básicos y clínicos se nos exige publicar en revistas de impacto para conseguir proyectos, y para eso es necesario demostrar con mucho detalle la hipótesis de trabajo. En el esfuerzo por demostrar algo concreto a veces olvidamos el verdadero objetivo de la investigación que es mejorar la vida de los pacientes”, apunta Pascual.
Aun así los científicos están obteniendo nuevas dianas prometedoras. Pascual, que estudia el papel de la neurogénesis en el cerebro adulto aplicado a la psicofarmacología, ha presentado en el congreso un trabajo en el que un nuevo antidepresivo comienza a hacer efecto en animales en la mitad de tiempo que los que existen hoy en el mercado.
Sin embargo, no todos asienten ante estas estimaciones. Ruiz de Azúa recalca el avance en los últimos 50 años realizado en los estudios genéticos y bioquímicos. “Ahora se realizan estudios sobre los tratamientos integrados y multidisciplinares y se analiza su efectividad en el tratamiento del paciente”, dice.
:: Una sociedad psiquiatrizada
Los expertos afirman que la prevalencia de los trastornos mentales graves no ha aumentado. Sin embargo, los índices de depresión y ansiedad son cada vez mayores. Los resultados del estudio epidemiológico ESEMeD, realizado por primera y última vez en España entre 2001 y 2002, indican que una de cada cinco personas ha presentado un trastorno mental en algún momento de su vida. Los más frecuentes son episodios depresivos, fobias específicas, la distimia (baja autoestima) y abuso de alcohol.
“No es que haya más casos, sino que se diagnostican antes y mejor”, declara Jessica Merchán, neuropsicóloga infantil en el Hospital Gregorio Marañón y también investigadora en el CIBERSAM. Los datos revelan que, mientras los trastornos con alta carga genética se mantienen constantes, algunos tipos concretos de trastornos, como los de conducta alimentaria o de espectro autista, están aumentando.
Una sociedad cada vez más exigente en el ámbito laboral y social hace que los especialistas se enfrenten cada vez más a personas con un constante grado de estrés alto. “Hay que corregir estos estilos de vida si no queremos tener una sociedad mentalmente enferma”, concluye Pascual. Y es que, en palabras del investigador, la cura de estas enfermedades no sólo pasa por el diván o el laboratorio, sino por no perder “las viejas costumbres que nos protegen del estrés, como tomar una cerveza después del trabajo”.

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