


Por José Carlos Rodríguez · Instituto Juan de Mariana. El impacto de la crisis económica ha alcanzado a la propia ciencia económica. Esta idea ha servido al semanario The Economist para plantearse en tres artículos, en qué ha fallado la economía, y en concreto la macroeconomía y la teoría financiera. Resulta muy interesante que el semanario reconozca que la teoría macroeconómica ha prestado una atención desmedida a la evolución del nivel de precios y haya prestado escasa atención (con pocas excepciones) a la burbuja financiera.
No son tal o cual teoría macroeconómica la que ha fallado, sino toda una forma de entender la economía
Friedrich A. Hayek dijo en Precios y Producción, con esa capacidad para la predicción que le caracterizaba, que la ciencia económica iba a abandonar progresivamente al nivel de precios como elemento del análisis. Por el contrario, le ha atribuido un interés creciente, lo que ha coincidido con un creciente trasvase de los economistas desde las universidades a los bancos centrales, del que habla también la revista.
La atención excesiva a la inflación puede ser un error, sí, pero proviene de otro error más importante, el de mirar al dinero como una cantidad y no como un bien o, más bien, como una cualidad de los bienes. Hayek dijo en La Desnacionalización del Dinero que “dinero” debería referirse más a una cualidad que a un objeto. Pero, a su vez, esta falta se refiere a otra anterior y es el recurso a la macroeconomía como método, es decir, al fútil estudio de la relación cuantitativa entre grandes magnitudes. No son tal o cual teoría macroeconómica la que ha fallado, sino toda una forma de entender la economía.
Otra de las ideas que han sufrido con esta crisis es, según el semanario, la “hipótesis de la eficiencia del mercado” por lo que se refiere al de capitales. Se critica que ese mercado no se mueve perfectamente, pero lo que falla no es la concepción de que un mercado libre sea lo más eficiente socialmente, sino la idea de que el capital es una especie de entidad líquida que se mueve libre y fácilmente de un punto a otro. Por el contrario, los bienes de capital son heterogéneos y complementarios y la forma que van adquiriendo condiciona sus futuros destinos y usos.
Pero de nuevo lo que falla aquí es la aproximación macroeconómica a los fenómenos del mercado, que con su brocha gorda es incapaz de entender precisamente los procesos más importantes y significativos del desarrollo y del ciclo económico. Pero todo indica que la atención se centrará sobre esta o aquella forma de utilizar los instrumentos de la macroeconomía, en lugar de plantearse si no habrá sido ella el verdadero error.

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