


Por Manuel Llamas · Instituto Juan de Mariana. Sorprendente, pero cierto. Los cubanos sufren una grave escasez de papel higiénico que, al menos, se mantendrá hasta finales de año, según el propio régimen comunista. Asearse con un mínimo de dignidad también se ha convertido en todo un lujo para el 99% de la población que aún reside cautiva en la isla caribeña. La Revolución Cubana cumple 50 años de historia. Durante este largo periplo, Fidel Castro ha gobernado con puño de hierro los designios y avatares del país, dictando hasta el más mínimo detalle de la actividad privada de los cubanos. Su política ha cosechado un enorme éxito, desde el punto de vista de la ideología comunista. Y es que, el dictador ha cumplido su propósito: la Cuba castrista en nada se parece a la Cuba pre-revolucionaria.
El número de líneas telefónicas por habitante a finales de los 90 permanecía en Cuba estancado en los niveles de 1958; la producción de azúcar en los 90 fue inferior a la de 1958
Mientras que en 1960, la isla era el tercer país latinoamericano en consumo de calorías diarias per cápita, en 1995 registraba un suministro de comida más precario que Honduras, según las estadísticas de la ONU. El 11% de la población estaba desnutrida, según la FAO; su ratio de crecimiento en energía eléctrica es el más bajo del hemisferio junto con el de Haití; el número de líneas telefónicas por habitante a finales de los 90 permanecía estancado en los niveles de 1958; la producción de azúcar en los 90 fue inferior a la de 1958, al igual que la de arroz, la producción láctea permanece estable respecto a los niveles de los años 50; la mitad de las tierras cultivables permanecen ociosas…
Además, Cuba es el único país de Latinoamérica con menos coches por habitante que hace medio siglo. La renta per cápita de los cubanos asciende a unos 3.000 dólares al año; sobreviven con menos de 30 dólares al mes, situando a Cuba como uno de los países más pobres del continente americano, junto a Honduras, Bolivia, Nicaragua y Haití. El régimen castrista ha terminado por convertir todos los bienes básicos en auténticos artículos de lujo para la población. Desde el arroz, la carne y el suministro eléctrico hasta el papel higiénico. Los cubanos se asean con ejemplares viejos de la prensa revolucionaria (Granma), que se pueden adquirir a menos de un centavo de dólar. Sin embargo, las revistas chinas y norcoreanas son las favoritas por la suavidad de su papel.
Las interminables colas en las tiendas oficiales para adquirir la escasa dieta que marcan los cupones de racionamiento se han extendido a los puntos de distribución de periódicos. Los cubanos esperan horas para comprar 10 ó 15 ejemplares del diario oficial del régimen para emplearlos en diversos usos domésticos, ante la falta de papel higiénico. ¡Todo un logro! La completa nacionalización de la economía ha supuesto un retroceso sin parangón en los niveles de vida y bienestar de todos los ciudadanos, a excepción, por supuesto, de los miembros del régimen castrista. La escasez de papel higiénico, al igual que hasta ahora sucedía con el jabón o la pasta de dientes, es tan sólo un ejemplo más de los nefastos resultados de la colectivización.
Un proceso que, por desgracia, está imitando a la perfección el Gobierno bolivariano de Hugo Chávez. Su reforma constitucional establece, al menos, ocho preceptos legales para proceder a la incautación arbitraria e indiscriminada de la propiedad privada por parte del Estado. Su plan es claro: primar “los intereses comunes sobre los individuales”.
Art. 18: “El Estado enfrentará toda acción especulativa respecto a la renta de la tierra y los desequilibrios económicos”.
Art. 112: “El Estado promoverá el desarrollo de un Modelo Económico Productivo fundado en la preponderancia de los intereses comunes sobre los individuales”.
Art. 113: “Se prohíben los monopolios”, así como todas las actividades tendentes al “abuso de la posición de dominio” por parte, tanto de particulares como de empresas. Además, “no se permitirán” las actividades y acuerdos privados que “vulneren los métodos de producción social […] o dificulten la justa y equitativa concurrencia de bienes y servicios”.
Art. 115: “Por causa de utilidad pública o interés social […] podrá ser declarada la expropiación de cualquier clase de bienes”, y “toda propiedad estará sometida a las cargas y obligaciones que establezca la ley”.
Art. 300: “La ley nacional establecerá las condiciones para la creación de empresas para la realización de actividades económicas o sociales, bajo los principios de la economía socialista”.
Art. 305: La producción de alimentos es de “interés nacional”.
Art. 307: “Se prohíben los latifundios”, y se podrán confiscar las propiedades que atenten contra el medio ambiente o la “seguridad y defensa de la nación”.
Art. 318: La banca y el sistema monetario deben responder a los principios del “Estado Socialista”. El Banco central carecerá de autonomía.
Pese a que la citada reforma fue tumbada por referéndum en 2007, Chávez consiguió el pasado febrero aprobar una enmienda constitucional para perpetuarse en el poder más allá de 2012. Desde su llegada al poder, hace una década, el líder bolivariano ha logrado esquivar fácilmente los débiles resortes democráticos para anclarse en el sillón presidencial de forma ilimitada con el fin de extender la nacionalización de la economía venezolana.
Ningún mecanismo institucional logrará frenar las ansias totalitarias de Chávez. La Revolución Bolivariana está en marcha y, de hecho, su avance continúa imparable hacia la instauración de un nuevo régimen comunista en el cono Sur. Si nada lo remedia, dentro de 50 años, o quizás menos, los venezolanos también se limpiarán con el entonces periódico oficial del régimen chavista.

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