


Por Francisco Moreno. El sistema piramidal de pensiones públicas es un fraude institucional disfrazado de protección social. Éstos son algunos de sus secretos que se mantienen ocultos, a saber:
1. Sistema de reparto no capitalizado: las cotizaciones a la Tesorería de la Seguridad social (TSS) no se capitalizan sino que son básicamente un instrumento de distribución inmediata de rentas intergeneracionales sin crear riqueza alguna. Los cotizantes renuncian a un patrimonio propio a cambio de una peligrosa servidumbre de gestión estatal.
Nuestros políticos nos ocultan todas estas cosas porque no hay valentía electoral para poner el cascabel al gato y porque no desean que nos zafemos de su servidumbre y podamos crear una sociedad de propietarios que pueda ser financieramente independiente 2. Superávit exiguo: fruto de los pactos de Toledo en 1997, el contador del déficit de la Seguridad social se puso a cero. Sin embargo, se prevé que de aquí a poco el sistema entre en déficit de nuevo y la hucha actual, el tan cacareado superávit (unos 58.500 millones de euros actualmente) solo daría para nueve meses de pagos a los pensionistas. Tocará, pues, ir progresivamente aplicando artilugios restrictivos al cobro de las pensiones futuras. 3. Dependencia poblacional: los españoles tenemos la mala costumbre de parir poco y vivir de media un año más cada decenio que pasa. Para que este tinglado funcione se precisa absolutamente que haya suficiente gente en activo, en cada momento, cosa harto difícil de lograr, en un futuro debido a nuestra baja tasa de natalidad (la menor de Europa). Por otro lado, los inmigrantes acuden allá donde se genera riqueza pero nuestro gobierno persiste en esquilmarla, trufado como está de ideología intervencionista y keynesiana. 4. Escamoteo de dinero: entender los fructíferos rendimientos que se generan de la capitalización del interés compuesto del ahorro privado invertido durante extensos periodos de tiempo nos sirve para comprobar que se nos está escamoteando mucho dinero que podría permitirnos adelantar la edad de jubilación según nuestro libre albedrío. 5. Fraude: el mecanismo de las pensiones gestionadas por la “Seguridad” social es un sistema piramidal estilo Ponzi. Estos sistemas de aceptación de ingresos sin capitalizar en los que se paga a los antiguos “socios” con las aportaciones de los recién llegados son una estafa como una catedral, tipo Madoff o Afinsa. Nada cambia éticamente aunque alcanza coactivamente a toda la población activa de un Estado. 6. Impuesto al trabajo: la financiación de la Seguridad social por impuestos peculiares que recaen sobre los salarios (cuotas de las cotizaciones) aumenta los costes de trabajo y constituye un importante factor de disuasión y desincentivo para la contratación. 7. Se pagan dos cuotas, no una: Aparte de la cotización mensual por contingencias comunes (4,7% del salario bruto) que se ingresa en la TSS por parte del trabajador (la cuota que se refleja en su nómina) hay otra importante aportación mensual pagada por la empresa a la TSS por ese mismo contratado que supone más de un tercio adicional de su salario bruto (y que casi nunca se refleja en la nómina del empleado). 8. Merma de competitividad: el sobrecoste que se añade al mercado laboral —vía cotizaciones— afecta a nuestra competitividad interior (a nuestro mercado llegan otros productos sin tanto “recargo social”) y a nuestra competitividad exterior (a diferencia del IVA, nuestros exportadores no pueden pedir devoluciones de las cotizaciones a la TSS). 9. Éxito de pensiones privadas alternativas: ya existen sistemas exitosos de pensiones total o parcialmente privadas en otros países como el caso de Chile, Suecia y de Nueva Zelanda en los que el trabajador puede optar libremente por seguir en el sistema público (sin capitalizar) o desengancharse del mismo y pasar a uno de verdadero ahorro privado (con capitalización compuesta). 10. Los funcionarios se apuntan a las pensiones privadas: En España desde finales de 2004, los empleados públicos de la Administración General del Estado, cuentan ya con un plan de pensiones privado que servirá de complemento a las pensiones públicas. Los empleados públicos de las CC AA están haciendo lo mismo. Nuestros políticos nos ocultan todas estas cosas porque no hay valentía electoral para poner el cascabel al gato y porque no desean que nos zafemos de su servidumbre y podamos crear una sociedad de propietarios que pueda ser financieramente independiente. Mucho agradecería al lector que agregara cualquier otro secreto que conociese al respecto; la seguridad financiera de nuestra vejez merece que se desvelen todos ellos.

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