


Por Manuel Llamas. El Anteproyecto de Ley de Economía Sostenible, aprobado en Consejo de Ministros el 27 de noviembre de 2009, constituye un auténtico cajón de sastre, ya que combina toda una amplia gama de medidas, no sólo medioambientales, sino también fiscales, económicas, educativas, reguladoras y administrativas. El único denominador común es la impronta del intervencionismo público, de una u otra forma.
El denominador común del cajón de sastre de la Ley de Economía Sostenible, es la impornta intervencionista del Estado, por activa y por pasiva
Se trata, en esencia, de una particular estrategia gubernamental para cambiar el modelo productivo en un horizonte de diez años. El programa está dotado inicialmente con un fondo de 20.000 millones de euros, financiado a partes iguales por el Instituto de Crédito Oficial y entidades financieras privadas. Sin embargo, el proyecto también recoge el famoso Plan E para 2010, conocido oficialmente como Fondo Estatal para el Empleo y la Sostenibilidad Local, dotado con 5.000 millones de euros a repartir entre los municipios para la realización de obras de diversa índole con el objetivo de ocupar a unos 250.000 trabajadores. De este modo, el coste total de este plan se aproxima a los 25.000 millones de euros, equivalente al 2,5% del PIB nacional.
:: Perspectiva estática y eficiencia económica
El error teórico del citado proyecto, al igual que ocurre con la inmensa mayoría de la legislación actual, reside en la aplicación de la perspectiva estática en el ámbito de la eficiencia económica. Así, en lo que se refiere al medio ambiente, todos las medidas que incluye el Gobierno en esta ley van dirigidas hacia el ahorro energético, la redistribución de costes medioambientales y la reducción de gases contaminantes, desechando de plano la innata capacidad creativa del ser humano y, por lo tanto, la función empresarial en el ámbito de la energía y el medio ambiente.
Y todo ello, bajo la excusa de combatir el tan temido calentamiento global. No es la primera vez que los socialistas y comunistas se escudan en la llegada inminente de un Apocalipsis medioambiental para justificar una mayor intervención del Estado en el ámbito económico y social. Por ejemplo, en 1972, el Club de Roma publicó Los límites del crecimiento, el mayor bestseller del ecologismo, en el que se predecía el inminente colapso de la civilización a menos que se detuviera el desarrollo económico. Basándose en modelos informáticos —al igual que las proyecciones de la ONU sobre el calentamiento global—, esta organización calculó que la población mundial alcanzaría los 7.000 millones en el año 2000. Esto provocaría el agotamiento de alimentos y de ciertos recursos naturales como el cobre, la plata o el petróleo. ¿Solución? Reducir el número de seres humanos.
Sin embargo, en 2010, con una población próxima a esa cifra (7.000 millones), tales materias primas no muestran signos de agotarse, mientras que las tierras de cultivo tan sólo han necesitado crecer un 5% gracias al desarrollo de nuevas técnicas agrícolas. Una vez más, el terrible pronóstico de los algoreros no se ha cumplido. Y ello, gracias a la innata capacidad creativa y empresarial del individuo que propicia el mercado libre.
El volumen de percebes y mejillones en la costa gallega aumenta año a año gracias a la asignación de títulos de propiedad privada para su explotación
El debate actual sobre la “sostenibilidad económica” ignora por completo las soluciones demostradas y constatables que ofrece el mercado en la gestión de los recursos naturales. Ya va siendo hora de plantear abiertamente en el debate público ciertas cuestiones que, hasta ahora, son materia tabú. El toro de lidia se habría extinguido hace décadas sin la fiesta nacional. Lo mismo sucede con el corzo, el ciervo, el jabalí o la perdiz si no existieran los cotos privados de caza. Así pues, ¿qué impide aplicar este sistema a especies como el león, el tigre o el rinoceronte?
El volumen de percebes y mejillones en la costa gallega aumenta año a año gracias a la asignación de títulos de propiedad privada para su explotación. Hasta hace poco se temía la extinción del salmón o la trucha, hasta la llegada de las piscifactorías. ¿Por qué entonces no privatizar el mar? ¿o permitir la ganadería marina de ballenas? El comercio de pieles ha permitido el aumento de especies como la chinchilla, los visones, el cocodrilo o las serpientes. ¿Por qué no extenderlo a las focas y al marfil de los elefantes? ¿Por qué no privatizar las selvas para garantizar la reforestación mediante la explotación de la madera o de las plantas?… En definitiva, apostar por el Mercado Medioambiental frente a la Economía Sostenible de los socialistas.

La ética de la ley natural establece que puede determinarse lo que es bueno o malo para el hombre según le permita o le impida realizar lo que es mejor para la naturaleza humana
Lo perjudicial de la situación no es que existan las indemnizaciones por despido, sino que éstas no se puedan pactar voluntariamente por las partes
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Por eso Obama se equivoca y Merkel acierta. Por eso Hoover y Roosevelt se equivocaron hace 80 años cuando desbocaron el déficit público de EEUU
Los difusores de la trola, milenaristas de nuestro tiempo, llevan una década tocando la flauta, con o sin su perro reglamentario, con tal acierto que los socialistas de todos los partidos bailan embobados la tonadilla
Los compradores potenciales de bonos soberanos de España se preguntan si el Gobierno no estará ahogando a los españoles
Las multas están tomando una parte destacable en la financiación de las administraciones locales
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Lo que sí soluciona el desempleo es la creación de puestos de trabajo por los empresarios. Pero para eso es necesario pronunciar dos palabras malditas: acumulación y capital
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