


Por Antonio José Chinchetru. Uno de los grandes problemas del consenso socialdemócrata dominante en la sociedad española, como en otras, es que la mayor parte de la población considera natural que el Estado tenga un papel predominante en determinadas áreas que deberían quedar siempre dentro del campo de la actividad privada. En el caso de España se produce, además, la ironía de que la irrupción de la Administración en muchas de esas actividades tuviera lugar durante la larga dictadura franquista y que a casi nadie le parezca algo grave. De hecho, los más reacios a cambiar las cosas son precisamente quienes más hablan de la “memoria histórica”: el Gobierno de Rodríguez Zapatero, los partidos de izquierdas y los medios y supuestos intelectuales afines a todos ellos.
Es el caso de esos hoteles de lujo estatales conocidos como “Paradores” de los que tan orgullosos se encuentran nuestros políticos. Sin embargo, hay un terreno en el que es especialmente evidente la intromisión de origen franquista: los medios de comunicación públicos
Los ejemplos son múltiples, como es el caso de esos hoteles de lujo estatales conocidos como “Paradores” de los que tan orgullosos se encuentran nuestros políticos. Sin embargo, hay un terreno en el que es especialmente evidente la intromisión de origen franquista: los medios de comunicación públicos. Cuando se piensa en dichos medios, el primero que viene a la mente de la mayor parte de los ciudadanos en Radiotelevisión Española. Esta es una empresa que, lejos de desaparecer, ha ido creciendo de manera desmesurada. Después de muerto Franco, y ante los avances tecnológicos producidos, a las emisoras de radio (tanto de RNE como de Radio Exterior de España) y las dos “cadenas” de televisión se le han sumado otros muchos canales temáticos televisivos (que emiten tanto para dentro del país como para el extranjero) y un cada vez mayor sitio web. Todo ello, al servicio del Gobierno de turno.
Aunque nacidas ya en democracia, las televisiones y radios autonómicas (e incluso locales en manos de los ayuntamientos) han copiado todos y cada uno de los vicios de su “hermana mayor”, RTVE. Hay, sin embargo, un caso del que no se suele hablar y si cabe es de mayor importancia. Se trata de ‘Efe’. Esta empresa es la más importante agencia de noticias en lengua española, y de sus teletipos se nutren en buena medida la mayor parte de los medios de España y gran parte de Iberoamérica. Al igual que RTVE, sus problemas económicos no son pequeños y está sometida a un importante control por parte del poder político (hasta el punto de que es este último quien nombra a sus máximos responsables). Su origen está en el año 1939, fue fundada por Ramón Serrano Suñer mediante la fusión de las agencias Fabra, Faro y Febus. Aunque la historia oficial es que la actual empresa tiene su nombre por ser la inicial de las tres fusionadas, otra versión dice que se llama así por ser la primera letra de Falange.
Por mucho que los políticos y sindicatos discutan sobre cómo dirigir y gestionar la gigantesca RTVE para lograr que sea “independiente” y de “calidad”, no hacen lo mismo con la agencia Efe. En este caso, el consenso socialdemócrata funciona a la perfección. Además, en ningún caso nadie parece querer afrontar la única salida aceptable si no se quiere que estos medios sean instrumentos de propaganda al servicio del poder político: la privatización.

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